Postura y posición: entender la diferencia para disminuir los efectos del sedentarismo.

En el día a día solemos usar las palabras “posición” y “postura” como si significaran lo mismo. Sin embargo, en el ámbito de la movilidad y la rehabilitación, entender su diferencia es clave para mejorar la calidad de vida de las personas, especialmente de quienes son Usuarios de una silla de ruedas.

La posición es algo estático: describe cómo están colocados los objetos o las partes del cuerpo en un momento determinado. Por ejemplo, podemos hablar de la posición del respaldo, del asiento o del reposapiés de una silla. Es un estado que no implica movimiento, simplemente una ubicación o alineación fija.

La postura, en cambio, es mucho más que eso. Es dinámica, viva. La postura refleja cómo el cuerpo se organiza y se prepara para moverse, adaptándose constantemente a las necesidades del momento. Cada vez que alcanzamos un objeto, escribimos, comemos, cambiamos de dirección, o simplemente queremos mirar a una dirección en concreto, nuestro cuerpo realiza pequeños ajustes posturales que nos permiten mantener el equilibrio y la funcionalidad.

Esta diferencia, aunque parezca mínima, tiene un enorme impacto en la vida de una persona que pasa muchas horas al día sentada, ya sea por trabajo o por una condición de discapacidad/movilidad reducida. El sedentarismo prolongado y las posturas fijas pueden generar rigidez, dolor muscular, mala circulación, úlceras e incluso deformidades a largo plazo. Nuestro cuerpo no está hecho para permanecer inmóvil: necesita moverse, aunque sea dentro de los límites que permite una silla de ruedas.

Por eso, los sistemas de asiento modernos buscan ofrecer opciones posturales, es decir, la posibilidad de ajustar la posición del cuerpo sin perder estabilidad. Poder reclinarse, cambiar el ángulo del respaldo y modificar la inclinación del asiento son movimientos que alivian la presión, mejoran la respiración, favorecen la digestión y previenen complicaciones físicas.

En una silla de ruedas adecuada, la postura no se impone: se acompaña. El diseño debe permitir que el cuerpo encuentre su equilibrio natural, brindando soporte donde se necesita y libertad donde es posible. Esto no solo mejora la comodidad, sino también la participación activa en las actividades diarias, promoviendo independencia y bienestar.

En resumen, mientras la posición es algo que se fija, la postura es algo que se vive. Entender esta diferencia nos ayuda a valorar la importancia del movimiento, incluso en la quietud. Cuidar la postura, más que buscar una posición perfecta, es apostar por un cuerpo que se adapta, se mantiene activo y funcional, aún en reposo.